Los aceites industriales, destinados a la exigente tarea de lubricar máquinas y herramientas, tienen en su gran mayoría origen mineral y se extraen del petróleo. Aunque también existen otros tipos, como el animal y vegetal que presentan un poder de lubricación mayor, no suelen ser utilizados para la lubricación de herramientas y maquinaria dado que tienen muy poca estabilidad, se oxidan muy rápido y se descomponen fácilmente, provocando sustancias ácidas que terminan atacando las superficies metálicas.

Gracias al vertiginoso avance de la tecnología aplicada a los aceites industriales, cada día se realizan nuevas mejoras que redundan en beneficio del trabajo y cuidado de las máquinas y herramientas para las cuales son desarrollados. La lubricación permite formar una película de separación entre dos superficies que se encuentran en movimiento relativo entre sí, disminuyendo la fricción y ofreciendo los siguientes beneficios:

• Disipar el calor.
• Dispersar contaminantes.
• Disminuir el rozamiento.
• Reducir el desgaste.
• Minimizar la herrumbre.
• Transmitir potencia.

Estos aceites están compuestos, esencialmente, por una base mezclada con aditivos. Las bases determinan la mayor parte de las propiedades del aceite, como la viscosidad, resistencia a la oxidación, punto de fluidez, etc. En sí mismas, las bases son minerales derivados del petróleo o sintéticos químicos. Estas características determinan los tipos de lubricantes en sus distintas formas de presentación: líquidos, gases, sólidos o semisólidos. Generalmente los aceites más empleados en la industria para máquinas y herramientas son los líquidos y gaseosos.

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